Nuestro rostro representa aproximadamente 1/8 de nuestra estructura corporal, una proporción relativamente pequeña en relación al cuerpo en su totalidad. Sin embargo, llama la atención cómo este pequeño segmento juega un papel determinante tanto en la forma en que proyectamos nuestra imagen al mundo como en la forma en que percibimos a las demás personas.
Esto sucede porque el 80% de las impresiones que causamos y que obtenemos de los demás provienen de interpretaciones basadas en rasgos y expresiones faciales.
Las primeras impresiones son procesadas rápidamente por la amígdala cerebral, una región del cerebro responsable de las reacciones emocionales que nos ayudan a determinar si percibimos a alguien como digno de confianza y competente. En pocos segundos, nuestro cerebro busca responder a dos preguntas básicas:
"¿Puedo confiar en esta persona?" y "¿Es esta persona competente para llevar a cabo sus intenciones conmigo?"
Cuando percibimos confianza y competencia en alguien, normalmente resulta en una respuesta emocional positiva, generando sentimientos de placer y admiración. Por otro lado, si nuestras inferencias indican una falta de confianza y alta competencia, esto puede llevar a una respuesta emocional de miedo o desconfianza, lo que resulta en un distanciamiento emocional y físico.
Ahora te pregunto, si necesitaras pedirle información a una de los dos, ¿a cuál de ellas preguntarías?
Mira, en la primera imagen, la mujer lleva un conjunto de sastrería en tonalidad oscura, que según los códigos de vestimenta, transmite una imagen de autoridad y puede provocar distanciamiento, mientras que la mujer de la segunda imagen viste una camiseta blanca, considerada una prenda más casual, que transmite mayor apertura a la comunicación y la accesibilidad.
¿Has notado cómo la persona de la primera imagen nos transmite más cercanía, a pesar de que los códigos de vestimenta sugieren lo contrario? ¿Y cómo la persona de la segunda imagen, a través de sus expresiones faciales, hace que nos distanciamos?
La postura corporal también influye, por supuesto. Pero al considerar cómo leemos las imágenes en occidente (de la derecha a izquierda, de arriba hacia abajo), las primeras inferencias se hacen en el rostro.
También evaluamos lo que las personas visten, sin embargo, es una lectura secundaria. A diferencia de las primeras impresiones, que son reacciones intuitivas y emocionales procesadas por la amígdala al observar los rasgos y expresiones faciales, cuando evaluamos lo que alguien esta vistiendo, quien interviene es el córtex visual, uma parte más evolucionada del cerebro responsable por análisis más racionales.
El córtex visual nos permite realizar análisis más detallados sobre diversos aspectos de la vestimenta, como estilo, colores y adecuación al contexto. Esta región del cerebro procesa información visual de manera más compleja, comparando patrones culturales, sociales y personales que hemos aprendido a lo largo de la vida.
Todo esto para explicar la centralidad del rostro en la imagen personal, dinámica de las interacciones sociales y formación de las primeras impresiones, destacando su prioridad sobre la vestimenta.
La complejidad de la percepción facial es evidente cuando consideramos que no nos limitamos a observar características aisladas como, por ejemplo, una nariz prominente, ojos grandes o una boca pequeña… sino la configuración general del rostro. Analizamos la posición y el lugar de implantación de los rasgos, la distancia entre ellos y la dinámica de interacción entre los rasgos faciales. Este análisis detallado nos capacita para distinguir e interpretar la variedad de rostros humanos, ejerciendo un impacto directo sobre nuestras impresiones e interacciones sociales.
Por lo tanto, es necesario considerar estratégicamente cuáles son los elementos del lenguaje visual que estarán presentes en el rostro y cerca de él. Aspectos como la estructura del corte de pelo, maquillaje para mujeres, barba para hombres, monturas de gafas, diseño de cejas y accesorios son más que meros detalles estéticos; son herramientas poderosas que moldean nuestras percepciones faciales e impactan directamente cómo somos vistos por los demás ya que tienen el poder de manipular esas percepciones e influir en nuestra imagen en diferentes contextos sociales y profesionales.
¿Has reflexionado alguna vez sobre los mensajes que tu rostro transmite? ¿Causas impresiones emocionales de confianza y competencia? ¿Y cómo van tus decisiones relacionadas con tu rostro? ¿Están en sintonía con tus objetivos de imagen?
Para un análisis completo de tu rostro y recomendaciones específicas para alcanzar tus objetivos de imagen, agenda tu Análisis Facial Visagista.